El escritor es una persona con profunda y permanente necesidad de comunicarse, aunque paradójicamente lo haga en silencio. Y es asombrosa la riqueza que se produce en esa especie de diálogo sin palabras dado entre quien escribe y quien lee lo escrito. Esta forma de comunicación posee la virtud de lo perdurable y la riqueza de lo meditado, porque quien deja algo escrito lo firma para siempre (no como a las palabras, que “se las lleva el viento”), y quien lee tiene a su vez la oportunidad de detenerse a pensar, analizar y digerir lo leído, para luego continuar. Y así puede volver sobre un texto cuantas veces quiera, seguramente encontrando nuevos significados sucesivamente. Este era, precisamente, uno de los grandes dones del gran escritor y aviador francés Antoine de Saint Exupery, autor de El Principito y su indeleble máxima: “Lo esencial es invisible a los ojos”. Esta obra que nunca pasará de moda posee la virtud de generar diversos sentidos según la óptica del lector, e incluso del mismo lector en diferentes edades. Así, por ejemplo, la misma persona que ve en El Principito un simpático cuento infantil al leerlo de niño, podrá encontrar en él una profunda reflexión sobre el sentido de la vida si vuelve a leerlo algunas décadas después.
Hay al servicio de los escritores diversos géneros literarios: novelas, cuentos, poesías (en sus variadas formas), ensayos, artículos periodísticos, narraciones históricas, aforismos, etc. Cada uno frecuenta aquellos con los que siente mayor afinidad y mejor se adaptan a su propio estilo y a lo que quiere transmitir. Así es que Jorge Luis Borges, por ejemplo, nunca escribió una novela. Volcaba su imaginación en los cuentos, su pensamiento en ensayos y su creatividad en poesías.
Leopoldo Lugones, en cuya memoria se conmemora el 13 de junio el Día del Escritor, nos dejó una obra abundante y multifacética, en la que recorre la mayoría de los géneros. Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos y fundó la Sociedad Argentina de Escritores.
Lugones nació un 13 de junio (1874) en Villa María del Río Seco (Córdoba) y falleció el 18 de febrero de 1938 en el Delta del Paraná (Tigre, Buenos Aires).Familia tradicional cordobesa, cursó sus estudios en la capital Cordobesa. Santiago Lugones (Padre) y Custodia Argüello (Madre), el mayor de 4 hermanos, y a los 10 años se destacaba por su gusto por la lectura y su memoria.
En la universidad (Córdoba), desarrolla su veta literaria y de periodista.De pensamiento libre y fundador de un centro socialista, su pensamiento polémico, fue cambiando con la edad, en 1924 hizo famosa en Ayacucho la frase “ha sonado en América la hora de la espada”.Siempre volcado a la discusión por el destino de un país que veía abandonado y errante.
En 1896 se casó con Juana González y se mudó a Buenos Aires, donde se unió a un grupo socialista de escritores rebeldes contra el orden social y político, José Ingenieros, Roberto Payró, Alberto Gerchunoff, Miguel Ugarte, Ernesto de la Cárcova.
Ganó prestigio como poeta, orador y polemista, comenzó a publicar en periódicos como el socialista La Vanguardia (desde allí canta a la ciencia y a la igualdad, llama a la lucha por las ideas y hasta deja traslucir sus dolores) y el roquista Tribuna, y también en La Nación (gracias a su amigo Rubén Darío), donde llegó a dirigir el suplemento literario.
En 1897 nació su único hijo y publicó su primer libro: Las montañas del oro (poesía). Fue la primera obra de su fructífero legado, que lo convertiría en una de las figuras centrales de la cultura argentina.
Hay al servicio de los escritores diversos géneros literarios: novelas, cuentos, poesías (en sus variadas formas), ensayos, artículos periodísticos, narraciones históricas, aforismos, etc. Cada uno frecuenta aquellos con los que siente mayor afinidad y mejor se adaptan a su propio estilo y a lo que quiere transmitir. Así es que Jorge Luis Borges, por ejemplo, nunca escribió una novela. Volcaba su imaginación en los cuentos, su pensamiento en ensayos y su creatividad en poesías.
Leopoldo Lugones, en cuya memoria se conmemora el 13 de junio el Día del Escritor, nos dejó una obra abundante y multifacética, en la que recorre la mayoría de los géneros. Fue precursor de toda una generación de escritores argentinos y fundó la Sociedad Argentina de Escritores.
Lugones nació un 13 de junio (1874) en Villa María del Río Seco (Córdoba) y falleció el 18 de febrero de 1938 en el Delta del Paraná (Tigre, Buenos Aires).Familia tradicional cordobesa, cursó sus estudios en la capital Cordobesa. Santiago Lugones (Padre) y Custodia Argüello (Madre), el mayor de 4 hermanos, y a los 10 años se destacaba por su gusto por la lectura y su memoria.
En la universidad (Córdoba), desarrolla su veta literaria y de periodista.De pensamiento libre y fundador de un centro socialista, su pensamiento polémico, fue cambiando con la edad, en 1924 hizo famosa en Ayacucho la frase “ha sonado en América la hora de la espada”.Siempre volcado a la discusión por el destino de un país que veía abandonado y errante.
En 1896 se casó con Juana González y se mudó a Buenos Aires, donde se unió a un grupo socialista de escritores rebeldes contra el orden social y político, José Ingenieros, Roberto Payró, Alberto Gerchunoff, Miguel Ugarte, Ernesto de la Cárcova.
Ganó prestigio como poeta, orador y polemista, comenzó a publicar en periódicos como el socialista La Vanguardia (desde allí canta a la ciencia y a la igualdad, llama a la lucha por las ideas y hasta deja traslucir sus dolores) y el roquista Tribuna, y también en La Nación (gracias a su amigo Rubén Darío), donde llegó a dirigir el suplemento literario.
En 1897 nació su único hijo y publicó su primer libro: Las montañas del oro (poesía). Fue la primera obra de su fructífero legado, que lo convertiría en una de las figuras centrales de la cultura argentina.
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